Los trilobites clásicamente se han utilizado para inferir la ecología funcional a partir de su morfología. Existen numerosos ejemplos de adaptaciones ecológicas en trilobites y clásicamente se enseñan a estudiantes de geología y paleontología en todo el mundo, ilustrando ejemplos tanto en libros de texto universitarios como en la literatura científica popular (Trilobite! Eyewitness to Evolution, Fortey, 2000). Sin embargo, a pesar de la asunción de muchas de las hipótesis planteadas a lo largo del siglo XX, la unión “forma-función-ambiente” rara vez (o nunca) ha sido testada y evaluada por ningún investigador. Es por ello, que la introducción del análisis computacional, biomecánico y la modelización física y matemática en paleobiología ofrecen la posibilidad de evaluar casi cualquier hipótesis estructural y biofísica de cómo los trilobites se adaptaron funcionalmente a sus diferentes entornos.