Después de año y medio como profesor de APO y TI en las Organizaciones, Álvaro ha sido destacado por obtener el mejor puntaje, resultado de la evaluación que los estudiantes hicieron de su gestión, en relación a elementos propios de los cursos como: qué tan pertinente es para su vida profesional, qué tanto le ayudo el curso a desarrollar habilidades transversales como la comunicación oral o escrita; y a elementos propios del profesor: puntualidad, respeto, atención a los estudiantes, promoción de actividades que permitan alcanzar los objetivos del curso, entre otros.
Desde su perspectiva, lo más importante de la relación con sus estudiantes es “generar empatía y afinidad lo cual hace que sin importar cuál sea el tema, les interese la clase” Aunque sabe que no existe la receta perfecta para ser un buen profesor, si tiene claro que los estudiantes no solo responden a tareas académicas, sino que también tienen una vida personal y familiar que puede afectar su desempeño. Considera clave, no olvidar que en algún momento él también fue estudiante: “ La relación estudiante-profesor no solo se limita a la clase y la oficina, hay muchos más espacios donde uno se puede encontrar con los estudiantes y si uno como profesor está abierto a recibir un saludo, un comentario o incluso una duda en los corredores de la Universidad o incluso afuera de ella, se genera en ellos una confianza que permite que en los momentos de clase haya una mayor disposición”
Sus clases se desarrollan desde una charla informal, rompiendo con las clases rígidas y tradicionales, donde los roles de profesor – estudiante, se mezclan para construir espacios donde todos puedan participar sin miedo a equivocarse. Como lo menciona: “simplemente voy abordando los temas de acuerdo a las fortalezas y debilidades que identifico a medida que voy dictando la clase. Evito que el salón de clase se vuelva un sitio de “reclusión y promuevo que los estudiantes generan las reglas implícitas para crear un ambiente de aprendizaje agradable. '”
Lo más agradable de su experiencia como profesor ha sido tener la oportunidad de conocer personas diferentes cada semestre y ver como después de 2, 3 o más semestres de haberles dictado el curso los estudiantes aún lo saludan o van a la oficina a "hacer la visita" o contar sus problemas. En su labor no todo es fácil, y tal vez lo más difícil es entender las particularidades de un grupo de estudiantes y lograr adaptar la metodología de enseñanza a esas particularidades.
Su clave: Preparar las lecturas, dictar la clase y calificar los exámenes es solo el 10% del trabajo de un profesor, el otro 90% es entender, comprender y crear afinidad con los estudiantes para lograr entregarles el mensaje.